Guardianes de la Cárcel Nacional Modelo denunciaron un "abandono" del Estado para las medidas que se deben tomar para prevenir casos de Covid-19 en ese penal.

Pese a la alarma generalizada por los casos de coronavirus en las cárceles de Villavicencio, Picota y de Florencia, en la Modelo ni el Inpec ni el Ministerio de Justicia se han pronunciado, dijo Milton Aníbal, del sindicato de guardianes.

"Aquí en Barranquilla nos encontramos en este momento en un olvido total institucional, no llegan ningún tipo de elementos de bioseguridad para el control de ingreso a los establecimientos. No tenemos tapabocas, no tenemos elementos necesarios para controlar esta situación”, afirmó Aníbal.

Dijo que “con recursos propios cada funcionario compra sus elementos y hemos adquirido y construido una máquina de desinfección, con lo cual todos los funcionarios que ingresan y cualquier persona que ingresa a los establecimientos, pasa por la máquina y se desinfecta, pero son controles que estamos haciendo con nuestros propìos recursos". 

Solo en la Modelo de Barranquilla se denuncia un hacinamiento del 110 por ciento en el penal que hoy sobrepasa los mil internos.

Penitenciaría de El Bosque

Mientras los guardianes de la Modelo denunciaban el olvido del Estado, un buen samaritano llegó a la Penitenciaría de El Bosque y le donó una máquina de desinfección.

Guardianes de esa cárcel, temerosos de la pandemia, por lo que ya está sucediendo en otras cárceles, habían cotizado con la empresa Masterquim S.A.S. una máquina de desinfección.

Como no había ningún anuncio de ayuda del Inpec, en procura de preservar sus vidas, la de los guardianes y de los internos, los custodios querían comprar la máquina, pero al conocer el precio de estaba fuera del alcance de cualquier colecta. La gestión con la emprsa la hizo el dragoneante Milton Yandar Pantoja.

Finalmente, apoyando en esta crisis, la empresa Maserquim S.A.S., con los ingenierfos Milton Florez Aragon, BEC S.A.S., Diana Pineda y Mauricio Acosta, que donaron la máquina.

También hicieron su parte en la entrega los ingenieros Pedro Miranda y Carlos Montaño, que aporaron el químmico por seis meses.